CUENTOS PARA NIÑOS SABIOS

🕳️El Pozo Mágico🫂Una lección de Amistad

Un niño valiente que descubre el superpoder de decir 'no'. Amistad, valores y superhéroes en un cuento mágico para niños. #cuentodeamistad#cuentocorto

CUENTOS

4 min leer

Cuenta una sabia que, si tu mejor amigo o amiga se tira a un pozo, ¿tú también lo harías?

Su abuela siempre le hacía la misma pregunta cuando le contaba que sus amigos querían jugar

en el patio al balón y él no quería, prefería seguir jugando en los columpios.

También le respondía, ¿si tus amigos se tiran por un pozo tú te tiras?

Cuando le contaba que ellos querían jugar a los cromos y él prefería seguir jugando con la arena.

El abuelo siempre le respondía con esa pregunta, pero él no sabía bien qué significaba.

Aunque le decía que no, que no se tiraría a un pozo.

No entendía qué tenía que ver el pozo con que sus amigos prefirieran jugar al balón y él no,

o con que prefiriera jugar en la arena a marcharse con ellos a jugar con los cromos.

Un día ocurrió algo mágico, detrás del patio del colegio, en una zona donde había árboles, apareció un pozo.

Era el típico pozo que él había visto en los cuentos, con su cubo esperando para que alguien

sacará agua.

Lo descubrieron sus amigos y él cuando buscaban algún que otro caracol despistado, pues hacía poco que había llovido y esa era la época preferida para que los caracoles salieran a pasear.

Todos se quedaron asombrados.

¿Qué hacía un pozo allí?

No lo habían visto antes y eso que iban de vez en cuando a buscar caracoles despistados.

Se asomaron, pero no veían agua en su fondo. Como había un cubo esperando, lo cogieron y empezaron a bajarlo en busca de agua fresquita del pozo.

Pero nada, lo subieron vacío.

La música sonó, era la señal de que la hora del patio se había terminado y tenían que regresar

a la clase.

Se marcharon todos corriendo, prometiendo volver al pozo a la hora del patio del día siguiente.

Algunos decían que querían bajar a ver qué contenía el pozo "mágico".

Pero a él aquello le parecía un disparate.

Al día siguiente, como lo prometieron, lo hicieron. Cuando sonó la música anunciando la hora de recreo, todos corrieron en dirección al pozo.

Y allí estaba el pozo, esperándolos.

Temían que, al ser mágico, hubiera desaparecido, pero no, allí estaba esperándolos.

¡Qué contentos se pusieron todos! Bajarían a ver qué secretos guardaba aquel pozo.

Pero a él aquello le parecía una locura; ¿cómo subirían después? Además, el pozo estaba oscuro y a él le daba miedo la oscuridad. Pero, por otro lado, si no bajaba le llamarían "miedica". Y a él no le gustaba que le llamaran así. Él no era ningún miedica. Él era valiente cuando tenía que serlo, pero bajar a aquel pozo le parecía una locura.

Todos le preguntaron si bajaría con ellos, incluso otro niño que, como él el día anterior, había dicho que no bajaría. No sabía qué hacer, mientras le gritaban miedica, pero de repente recordó la pregunta que siempre le hacía su abuelo:

"¿Si tus amigos se tiran por un pozo, tú también?"

Y su respuesta siempre fue: no.

Así que decidió que no lo haría.

Esperaría arriba para ayudarlos a subir.

Mientras sus amigos bajaban uno a uno ayudados por el cubo y la cuerda, le iban gritando: miedica. Pero a él ya no le importaba lo que le dijeran.

Cuando todos estuvieron abajo, con el último niño, la cuerda se rompió.

El pozo estaba vacío, no había nada de nada.

No encontraron nada mágico, solo el cubo que, al romperse la cuerda, ahora estaba abollado.

Por no haber, no había ni una gota de agua; además, el pozo era muy estrecho y los tres amigos apenas podían moverse.

Estaba oscuro, olía a humedad y hacía frío.

Solo querían salir de allí, pero ¿cómo lo harían?

La cuerda estaba rota y un trozo de cuerda estaba con ellos en el fondo del pozo y otra se había quedado colgando.

Le gritaron para que fuera a pedir ayuda. Ahora sus gritos ya no eran llamándole: miedica.

Sino que buscara ayuda.

Sin dudarlo, marchó corriendo a avisar al maestro. No le importaba el castigo que todos tendrían como consecuencia de bajar a aquel pozo. El maestro, al principio, no le entendía, pues quería ir tan rápido que las palabras se amontonaban en su voz. Paró, respiró tres veces y entonces, pudo explicarle al maestro lo que había pasado y que sus amigos necesitaban ayuda.

Ni qué decir, que el maestro salió corriendo en dirección del "pozo mágico".

Cuando llegaron allí, vio que no podía sacarlos, así que lo dejó allí esperando y diciéndole que hablara con sus amigos para que estuvieran calmados, mientras él iba a buscar más ayuda.

Pero sus amigos estaban nerviosos y alguno llorando.

Se le ocurrió que, como tenía los cromos de los superhéroes en el bolsillo, ir dándoles pistas para que adivinaran de qué superhéroe hablaba.

Y así hablando y adivinando sobre los superhéroes, los tuvo entretenidos hasta llegaron los bomberos.

Uno a uno los fueron sacando, sanos y salvos.

Cuando sus tres amigos estuvieron arriba, los cuatro se fundieron en un gran abrazo.

Le prometieron que nunca más le llamarían: miedica.

Pues no lo era, gracias a él, se habían salvado de quedarse atrapados en aquel pozo, que ni era mágico ni tenía tesoros.

Aquel día, corrió a casa de su abuelo para contarle todo lo ocurrido.

Su abuelo se rio:

- ¿Ahora entiendes mi pregunta?

- Sí, abuelo.

Ya sé que siempre tengo que hacer lo que crea prudente y que no importa lo que digan mis amigos. Si yo no lo quiero hacer, no lo hago y no pasa nada, porque los verdaderos amigos, seguirán siéndolo pase lo que pase.

Aquel día, también descubrió que aunque algunas cosas todavía le seguían dando miedo, había reaccionado como un verdadero superhéroe, pues no se había marchado enfadado cuando le llamaron miedica y esperó junto al pozo por si, como él se temía, tenían problemas al salir. Gracias a él, que corrió a avisar, sus amigos pudieron salir pronto de aquel pozo, que ni era mágico ni tenía tesoros.

Aquel día, él fue valiente, muy valiente, y en el colegio se había convertido en ¡el superhéroe del día! Y eso que no tenía capa, ni salían telarañas de sus manos.

Aquella noche se durmió con una sonrisa, ya no tenía miedo a la oscuridad.

Pues los superhéroes, no la temen.

Y él, ahora, lo era.

Y tú, ¿si tus amigos se tiran por un pozo, tú también lo harías?

Y ya sabes qué…

Cuento contado, sonríe si te ha gustado.