CUENTOS PARA NIÑOS SABIOS
La Niña que Venció al Miedo
Descubre cómo la imaginación transforma el miedo en valentía. Cuentos mágicos, niños intrépidos y aventuras nocturnas que iluminan la oscuridad. 🌙✨
Teresa San
3/20/20242 min read


Todas las noches temía lo mismo: el momento de irse a la cama, cuando su papá o mamá apagaban la luz y todo quedaba a oscuras. Sus muñecas con caras alegres se convertían en sombras, sus juguetes desaparecían en la oscuridad y su armario se convertía en un monstruo de madera. Por eso, les rogaba que le contaran un cuento más, porque no quería que la luz se apagara. Aunque le dejaban una pequeña lucecita, no era suficiente, pues, aunque esta pequeña lamparita tenía una sonrisa, a ella no le gustaba.
Una noche, a sus padres se les olvidó poner aquella lamparita y la habitación quedó completamente oscura. Los llamó, pero no la oían.
—¡Papá, mamá! —pero nada. Seguramente ellos también se habrían marchado a dormir y, con lo cansados que estaban, no la escuchaban. Cerró los ojos e intentó pensar en cosas bonitas. Lo bien que se lo había pasado en el patio jugando con sus amigos. En lo divertida que había sido la clase de ciencias. Pero nada, el sueño no venía; al contrario, si pensaba en todo eso, su mente se inquietaba. Así que tenía que cambiar de técnica.
Se le ocurrió encender la luz y leer un cuento, pero ella todavía no leía bien y le costaba hacerlo. Además, si encendía la luz, sus padres se podrían despertar. Pero ¿y si se inventaba un cuento? No necesitaba la luz. Así que le pareció una idea estupenda. ¿Cómo no se le había ocurrido antes?
Sobre qué podía inventar el cuento. ¡Ya lo tenía! Sobre un conejito. Le gustaban mucho los conejitos, sobre todo los de grandes orejas y blancos. Así que empezó a contarse la historia de un conejito valiente, que se había perdido en el parque y preguntaba a los perros que paseaban por él si sabían a dónde estaba su casa, pero ningún perrito sabía decirle. También preguntó a los pájaros, pero tampoco supieron decirle dónde estaba su casa. Y de repente, el conejito encontró una niña que estaba jugando en el parque. La niña, tampoco sabía dónde estaba su casa, pero se ofreció a ayudarlo; le dijo que, si quería, podía irse con ella a su casa. El conejito daba saltitos de alegría y se marcharon felices los dos a casa de la niña, mientras ambos seguirían buscando la casa del conejito.
La niña bostezó; había funcionado, tenía mucho sueño y abrazada a su conejito de peluche se durmió, con una sonrisa.
A la noche siguiente, cuando sus padres le dejaron la lamparita para que durmiera tranquila, ella les dijo que la podían apagar, que ya no tenía miedo a la oscuridad. Sabía cómo vencer ese miedo. La noche anterior lo había logrado y se lo había pasado muy bien, con el cuento del conejito.
Así que cuando la habitación quedó a oscuras, ella encendió su imaginación y aparecieron no solo conejitos, sino también ponis, sus amigos y todos los sitios fantásticos donde iba a ir con nuevas aventuras de los nuevos cuentos que iría creando.

