CUENTOS PARA NIÑOS SABIOS

🏝️La Isla de las Banderas🏴‍☠️

🌴🏴‍☠️ Descubre "La Isla de las Banderas", un cuento infantil lleno de aventuras piratas. Enseña a los niños la importancia de las señales de seguridad en la playa mientras disfrutan de una historia divertida y educativa. Perfecto para fomentar la imaginación y el aprendizaje. 📖✨

CUENTOS

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Cuenta una sabia que conoció a un niño que viajó con unos piratas a una isla, la Isla de las Banderas. ¿La conoces? ¿Quieres saber qué pasó? Pues estate atento que ahora te lo cuento.

Le gustaban mucho los piratas de los cuentos. Muchas veces soñaba que de mayor sería un temido pirata como Barba Roja, pero sin barba, porque debía picar mucho, y sin pata de palo, porque prefería tener sus dos piernas para correr, nadar y saltar. Tampoco quería un loro, pues ya tenía a su compañero fiel, su perro, que le seguía a todos lados. Bueno, al colegio no, porque no lo dejaban entrar, pero lo esperaba en la puerta de casa.

Aquella tarde hacía mucho calor en la playa, pero debajo de la sombrilla se estaba muy bien. Allí, mirando el mar, se imaginó que a lo lejos había un barco pirata esperándolo. De repente, en un parpadeo, allí estaba. Sí, no había duda, era un barco pirata. ¿Qué cómo lo sabía? Porque en lo alto del mástil ondeaba al viento un trozo de tela negra y, conforme se aproximaba a la orilla, podía ver las dos tibias y la calavera.

Parpadeó una y otra vez; no estaba soñando. El patinete de pedales con forma de cisne se había convertido en un barco pirata y las colchonetas que había en la orilla eran barcas, con marineros piratas que se acercaban justo a la zona donde se encontraba él.

Su perro, que también dormitaba a su lado, dio un salto y ladró a aquellos marineros piratas. Eran unos ladridos de saludo, no amenazadores.

Todos llevaban barbas, unas rojas, otras azules e incluso algunas verdes y rosas. No llevaban loros en sus hombros, debían haberse quedado en el barco. Tampoco tenían patas de palo; eso sí, llevaban calcetines altos de colores que les llegaban hasta las rodillas. Algunos llevaban sombreros de paja y otros pañuelos de colores que les cubrían la cabeza.

No iban vestidos como los piratas de sus cuentos, pero él sabía que eran auténticos piratas, pues su enorme barco, llamado carabela, ondeaba en su mástil su bandera negra en el mar. El pirata de la barba más roja le llamó por su nombre y le preguntó:

- ¡Ey, grumete! ¿Quieres venir en mi barco a dar una vuelta?

A su amigo fiel, su perro, la idea le pareció fantástica, pues cuando se quiso dar cuenta, ya estaba subido en una barca junto con otros marineros piratas.

- ¡Vale! -le dijo al capitán pirata, el de la barba más roja.

¿Cómo supo que era el capitán? Porque llevaba una etiqueta en el bolsillo de su camisa que lo ponía. Y él ya sabía leer.

No lo pensó dos veces, se subió a la barca junto con el capitán y su amigo fiel, su perro. Los demás marineros piratas remaron hasta la carabela pirata. Al llegar junto a ella, se dio cuenta de que aquel barco era enorme, el mayor barco que jamás había visto. Bueno, la verdad es que tampoco había visto muchos, pues donde él vivía no había mar. Y solo en verano disfrutaba de las vacaciones en la playa.

- Espero no marearme -le comentó algo preocupado al capitán.

- No te preocupes, grumete. Los marineros piratas no se marean y, si lo hacen, los tiran por la borda -y, guiñándole un ojo, lo tranquilizó.

¡Cómo le gustaba que le llamara grumete! Porque eso es lo que era, un aprendiz de marinero, y cuando fuera mayor se convertiría en un auténtico capitán de barco.

De repente, vio cómo la orilla, en pocos minutos, estaba muy lejos al igual que su sombrilla.

- ¿A dónde vamos, capitán? -se sentía un miembro más de la tripulación.

- A la Isla de las Banderas, grumete -y, señalándola con el dedo, la vio: una pequeña isla había aparecido en el horizonte.

- Mira, ¿ves aquella bandera? -y, ofreciéndole su catalejo, le indicó que mirara a través de él.

- Sí, es roja, capitán.

No había sido difícil localizarla a través del catalejo, parecía que podía hasta tocarla.

- ¿Y qué pasa si hay una bandera roja, grumete?

Esa pregunta se la sabía.

- Que no se puede bañar, porque es peligroso.

- ¿Y por qué es peligroso?

- Porque el mar está muy agitado, hay corrientes y es mejor quedarse en la orilla, capitán.

- Muy bien, grumete.

Y, orgulloso, siguió mirando al frente.

Al rato, el capitán le volvió a pasar el catalejo.

- ¿De qué color es la bandera que ves en la orilla?

- Amarilla, capitán, amarilla.

- ¿Y qué nos dice la bandera amarilla?

- Que tenemos que ir con precaución, capitán.

- ¿Por qué? -quiso saber el capitán.

- Porque hay olas y corrientes; podemos nadar, pero con precaución y cerca de la orilla.

- Muy bien, grumete.

Y continuaron navegando, bordeando la Isla de las Banderas. De repente, sin necesidad de catalejo, vio la siguiente bandera.

- ¡Verde, capitán, verde! -gritó, lleno de alegría.

- Ahora sí, atracaremos aquí e iremos hasta la orilla para jugar y hacer castillos en la arena.

Todos los marineros piratas lanzaron sus pañuelos y sombreros al aire, de lo contentos que estaban, pues a todos ellos no había cosa que les gustara más que construir castillos en la arena. ¡Cómo a él!

Conforme se iban acercando a la orilla, oyó una voz que le resultaba muy, pero que muy familiar, llamándolo. Su fiel compañero, su perro, le despertó lamiéndole la cara. Abrió los ojos y, en el horizonte, no estaba aquel barco pirata, ni su capitán y demás marineros.

¡Oh, no! Todo había sido un sueño. Volvió a oír su nombre, era su madre llamándolo desde la orilla y haciéndole señas para que se acercara a bañarse con ella. Se levantó, pero antes de ir al agua, miró de qué color estaba la bandera. ¿Sabéis de qué color estaba? Solo os diré una pista: se podía bañar. Exacto, seguro que tú también lo sabes.

Así que nuestro amigo corrió al agua a nadar junto a su compañero fiel, su perro.

Y tú, ¿te sabes el color de las banderas y lo que significan? Recuerda: Rojo, ni los pies puedes mojar. Amarillo, en la orilla puedes nadar. Y verde, hasta de bucear podrás disfrutar.